lunes, 6 de octubre de 2008
Comentario de la obra por "Cuarto Poder"
Después de clases nos matamos, la obra de la compañía Micromáquina y dirigida por Jimmy Deccarett, es un reflejo crudo pero entretenido de la realidad de los jóvenes de esta generación. En esta adaptación de Legoland, del dramaturgo contemporáneo Dirk Dobbrow, vemos a un grupo de adolescentes que viven en un mismo edificio y que planean suicidarse después de clases, saltando desde la azotea.
Sin embargo, antes de que cualquier acto mortal se concrete, los personajes nos permiten conocer sus historias, que tienen como punto en común la soledad. Un par de hermanas huérfanas, un vagabundo alcohólico que vive en el sótano, una chica cuyos padres trabajan todo el día, un joven que debe hacerse cargo de su hermana inválida, una adolescente bulímica, una niña fanática de la onda japonesa víctima del bullying, otra cuyo padre la abandonó cuando era pequeña, un joven que quiere ser cirujano de cabezas y un cafiche que se canta canciones cebollas como arma de conquista, nos muestran durante una hora y quince minutos sus miedos y carencias más íntimas. A ratos se está con el pecho apretado de angustia ante sus tristes monólogos, pero fácilmente logran hacer pasar al espectador de la pena a reírse a carcajadas, especialmente con los gestos y salidas de Anishi, la joven otaku, y las fantasías sexuales de Rony con su compañera Julia.
Lo más atractivo del montaje es la construcción de diferentes espacios con pocos elementos. Un par de mesas sirven para edificar una plaza de juegos, un sótano, una habitación, una cama y la azotea, que son anunciados con anterioridad por los actores. También, logran un atractivo juego con el uso de una cámara de video y un televisor, que permiten ver la escena desde otros planos o cómo un par de muñecos recrean las mismas acciones que los actores.
Es una obra de teatro experimental, exhibida en una sala pequeña, para no más de veinte personas, que permite tener un contacto mucho más cercano con los personajes. La música en vivo interpretada por los mismos actores con un teclado y una guitarra electroacústica no sólo sirve para amenizar, también se hace parte de la historia, como cuando Víctor sale de la sombras y comienza a cantar al más puro estilo de Edmundo de Amor Ciego. Las coreografías y cantos dan mayor dinamismo a la puesta en escena. Además, aportan con la cuota de humor e ironía que se hace necesaria después de tanto relato trágico. Así, logran un ritmo que hace que la historia no sea densa y no se vuelva demasiado melodramática.
La segunda temporada de Después de clases nos matamos culminó el pasado domingo 28, en la Sala Sidarte. Pero para quienes aún no la han visto, la compañía Micromáquina vuelve a escena con este montaje para el V Festival de Primavera Inter Escuelas 2008, en el Teatro Arcis, entre el 9 y el 12 de octubre.
Ficha Técnica
Después de clases nos matamos
Creación colectiva.
Dirección: Jimmy Deccarett.
Elenco: Macarena Araya, Carolina de la Maza, José Luis Lavín, Pedro Vilarnau, Arturo Pincheira, Christian Sève, Pamela Lizama, Natalia Mora, Karina Zegpi, María José Farías y Soledad Escobar.
Teatro Arcis, Libertad 53, Metro ULA.
Desde el 9 al 12 de octubre.
Funciones jueves, viernes, sábado y domingo 21:00 hrs.
Entrada general $ 1.000
sábado, 4 de octubre de 2008
"Después de clases nos matamos" en el V Festival de Primavera de la Arcis
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"Después de clases nos matamos"
“Después de clases nos matamos” retrata la vida de once jóvenes unidos por una situación de abandono, desamor y soledad. La distorsión o la ausencia de las figuras paternas, así como las exigencias de una sociedad competitiva y exitista, establece en ellos una carencia afectiva y una necesidad de comunicación real, que paradójicamente los lleva a buscar la felicidad en realidades inexistentes o, incluso, en una vida sin dolor después de la muerte.